El Crac del 29 fue la
más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la Bolsa en Estados Unidos,
tomando en consideración el alcance global y la larga duración de sus secuelas
y que dio lugar a la Crisis de 1929 también conocida como La Gran Depresión.
Se suelen usar las siguientes tres frases para describir este colapso de las
acciones: Jueves Negro,
Lunes Negro y Martes Negro.
Todas ellas son apropiadas, dado que el crac no fue un hecho de un solo día. La
caída inicial ocurrió el Jueves Negro (24 de octubre de 1929), pero fue el catastrófico deterioro
del Lunes Negro y el Martes Negro (28 y 29 de octubre de 1929) el que precipitó
la expansión del pánico y el comienzo de consecuencias sin precedentes y de
largo plazo para los Estados Unidos.
El
colapso continuó durante un mes. Los economistas e historiadores no están de
acuerdo en qué rol se desempeñó el crac en los eventos económicos, sociales y
políticos posteriores. En Norteamérica, el crac coincidió con el comienzo de la Gran Depresión,
un periodo de declive económico en las naciones
industrializadas, y
llevó al establecimiento de reformas financieras y nuevas regulaciones que se
convirtieron en un punto de referencia. La crisis del 29 ha sido,
probablemente, la mayor crisis económica a la que se ha enfrentado el intervencionismo como sistema y que fue motivado por la
manipulación de la oferta monetaria, por parte de la reserva federal luego de
ser privatizada por el presidente Woodrow Wilson en 1913/14 y comenzar a
apartarse del patrón oro.
En
el momento del crack, la ciudad de Nueva York había crecido hasta convertirse en la
mayor metrópolis y en su distrito de Wall Street eran muchos los que creyeron que el
mercado podía sostener niveles altos de precio. Poco antes, Irving Fisher había proclamado: "Los precios de
las acciones han alcanzado lo que parece ser una meseta alta permanente." La euforia y las ganancias financieras
de la gran tendencia de mercado fueron hechas pedazos el Jueves Negro, cuando
el valor de las acciones en la Bolsa de Nueva York se colapsó. Los precios de
las acciones cayeron ese día y continuaron cayendo a una tasa sin precedentes
por un mes entero. 100.000 trabajadores estadounidenses perdieron su empleo en
un periodo de 3 días.
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